1 mar 2012

¿Lactancia masculina?

Existen cerca de 5.500 especies de mamíferos en el mundo. Sólo en 1 se ha documentado lactancia masculina de manera espontánea y en forma constante (hay casos de humanos, pero son excepciones y muchas veces asociado a terapias hormonales): un murciélago frugívoro de Malasia e islas adyacentes (Dyacopterus spadiceus). En 1994 fueron capturados 11 machos adultos y se vio que tenían glándulas mamarias funcionales que producían leche al ser presionadas manualmente. Algunas de las glándulas mamarias de los machos estaban dilatadas por la leche, deduciéndose que no habrían sido succionadas, por lo que la leche se acumulaba. Sin embargo, otros podrían haber sido succionados porque tenían glándulas menos dilatadas (pero todavía funcionales), como en las hembras lactantes. De 3 muestras de murciélagos capturados en lugares y estaciones distintas, dos incluían machos productores de leche, hembras productoras de leche y hembras preñadas, pero los adultos de ambos sexos de la tercera muestra eran reproductivamente inactivos. Esto es un indicio de que la lactancia masculina se desarrolla a la par de la femenina como parte de su ciclo natural. Pensando racionalmente, la sorpresa no debe ser encontrar un macho que produzca leche, sino constatar el hecho de que ningún otro macho lo hace.

¿A qué se debe la no-lactancia masculina generalizada entre mamíferos? Si consideramos que machos y hembras en algunas aves producen leche del buche, ¿por qué en los mamíferos no se generaliza esa práctica? Hay que indicar que el potencial fisiológico para desarrollar leche en general lo tienen ambos sexos en los mamíferos placentarios: glándulas poco desarrolladas y no funcionales en machos (en grado variable: en ratas el tejido mamario nunca forma conductos o un pezón, permaneciendo invisible al exterior; en el extremo opuesto, los primates tienen glándulas que forman conductos y pezón en machos y hembras, muy poco diferenciado antes de la pubertad. Incluso en humanos se ha documentado clínicamente el desarrollo mamario y la producción de leche sin tratamiento hormonal (se ha visto en hombres que se recuperan de procesos de inanición).

Si el potencial fisiológico está, debe haber razones de mucho peso para que la selección natural no haya explorado mucho este camino. En cerca del 90% de las especies de mamíferos, el cuidado de las crías es sólo llevado a cabo por la hembra. Al no haber cuidado parental, no tiene sentido pensar en “lactancia masculina” en estos grupos, ni ningún otro interés en la cría. El 10% restante entra en estos análisis, e incluye especies como leones, lobos, y naturalmente humanos, entre otros. Veamos el problema desde el punto de vista de los machos: ¿realmente invierten mejor el tiempo amamantando crías que haciendo cualquier otra función? Al parecer, en el caso de los leones, no. El león macho, que tiene fama de holgazán (ok, más o menos bien ganada), tiene como rol proteger el territorio de animales muy peligrosos para sus crías, como las hienas y otros machos (el infanticidio entre leones es común). El león macho se requiere patrullando, no amamantando, función que la hembra más pequeña puede hacer sin problemas. El lobo alfa contribuye más a la manada en general y a su prole en particular cazando, por lo que nuevamente la lactancia no es el mejor camino, etc. Básicamente hablamos de una “especialización de roles” para una mayor eficiencia. El macho no dará leche, pero aporta su grano de arena de diversas formas alternativas.

Hasta el momento e dado puras excusas para la no-lactancia masculina, que podrían en teoría ser superadas relativamente fácil. Es posible que los murciélagos malayos no sean los únicos con machos productores de leche, pero hacer de esta idea algo generalizado toparía con algunos problemas técnicos: los compromisos evolutivos que adoptaron machos y hembras. Una fertilización interna y la mantención del embrión en el cuerpo (a diferencia de las aves de cuidado biparental y productoras de leche, donde es expulsado en forma de huevo) demanda un compromiso fisiológico mucho mayor de la hembra que lo que se le podría exigir al macho. Al parecer la lactancia es sólo ir un paso más allá en ese compromiso fisiológico: por buenos padres que puedan ser los machos mamíferos, el gasto mayor y las presiones evolutivas para ese gasto se los ha llevado siempre la hembra.

Aún así, como un juego mental, es relativamente fácil predecir que factores podrían generar desarrollo de lactancia masculina: una prole amplia (una gran carga de alimento), parejas monógamas, alta confianza del macho en la paternidad (eso de “solo la madre tiene certeza que es su hijo” tiene mucho peso en las estrategias evolutivas de los machos) y una preadaptación hormonal del macho (cosa relativamente fácil de conseguir: los machos en esencia son hembras modificadas). Curiosamente, esas condiciones se están haciendo relativamente comunes en los humanos: la fertilización in vitro hace de los partos múltiples algo cada vez más común, las pruebas genéticas le permiten asegurar al padre que su hijo realmente es suyo, las madres ya no están siempre disponibles por esto de la “igualdad en el mundo laboral”, etc. Todo eso hace de los machos humanos unos candidatos ideales para la futura lactancia masculina. Y con los avances tecnológicos, podría estar en nuestras manos acelerar el proceso evolutivo. Llámenme anticuado, pero aunque muy probablemente ayudaría a la relación padre-hij@, en lo particular no estoy claro que me guste la idea de “desarrollo mamario masculino” en nuestra especie.

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